Desde que me reactive profesionalmente he estado relacionándome con diferentes personas, a través de las cuales, ofrezco mis servicios en consultoría y facilitación de procesos sociales.
He conocido personas –a mi manera de ver, escuchar y sentir-claras de su rol y de las implicaciones que reviste el trabajo con y para la gente, he conocido Facilitadores de Contenido que podrían contar con mejores competencias para facilitar los procesos grupales que se producen en cada encuentro de aprendizaje, es decir no solo quedarse en la "tarea", sino además agregar valor en la parte "emocional y afectiva"…
Por ello y por mi experiencia personal y profesional, me encuentro en permanente revisión de mi compromiso ético, tanto conmigo misma, como con mis clientes directos y los beneficiarios de la experiencia de cambio.
Cada vez que se inicia, desarrolla y cierra una experiencia de hacer y aprender haciendo, impactamos profundamente a los participantes de nuestro espacio de interacción, más no todo queda ahí, pues sus efectos, cual onda expansiva, de alguna manera ejercen influencia sobre el sistema organizacional o al menos al subsistema propio y a los más cercanos.
En otras palabras, cada vez que facilitamos, no sólo entramos, trabajamos y salimos de la empresa en un período de 16 horas, horas más u horas menos, impactamos, influimos, generamos cambios en la cultura, modelamos un "Deber Ser" que se plantea a través de referente teórico y luego ¿¿qué?? Y antes ¿qué?
Por lo anteriormente expuesto es que me digo a mi misma:
İ Qué inmensa responsabilidad implica trabajar con y para la gente…!
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