lunes, 5 de mayo de 2008
El cambio es un acto de fé
El cambio es un acto de fé.
Nace de la puja entre
lo viejo y lo nuevo.
Todo cambio responde
a fuerzas superiores.
Por eso no hay motivo
para arrepentirse
de la transformación
I CHING .
HEXAGRAMA 49
Existen datos del I CHING desde el año 1122 A.C. Este documento, llamado el Libro del Cambio o de las Mutaciones, refleja la ancestral inquietud del ser humano por entender los misterios que encierra todo cambio.
El Hexagrama 49 nos habla de la cambiante expresión de los tiempos y, con ello, de las exigencias y la capacidad de respuesta del ser humano.
El hombre puede llegar a ejercer un dominio sobre esos cambios en la naturaleza de las cosas cuando, por observación, percibe la aparentemente caótica transmutación y busca la expresión del nuevo orden y logra no solo adaptarse sino mutar las nuevas exigencias.
Esa capacidad de observación queda de manifiesto unos 500 años A.C. cuando el filósofo griego, Heráclito de Éfeso, escribe sobre la naturaleza cambiante de las cosas.
Pone de manifiesto que: “Todas las cosas se mueven y nada está quieto”…”El río, nunca es el mismo río, pero siempre es el río”…
A ese respecto, Octavio Paz comenta… “ La vieja metáfora de Heráclito sigue siendo
válida: el río nunca es el mismo río... pero siempre es el mismo río. Hay un elemento permanente y ese elemento es el cambio: el río dura porque fluye…”
Así mismo, el pensamiento de Heráclito manifiesta… “Lo único constante es el cambio”… pareciera que es un pensamiento acuñado en nuestra actualidad, sin embargo, sólo nos convierte en fieles testigos de ese constante flujo del cambio.
Es verdad que el río nunca es el mismo río, ya que cambia sin cesar. También es verdad que el río es el mismo siempre porque cada uno de sus cambios es una reiteración.
De esta manera, nuestro cuerpo físico es ese río que nunca es el mismo y que siempre es el mismo. La piel se renueva una vez al mes; el esqueleto, cada tres meses; nuestro aspecto todos los días, sin embargo yo siempre soy, en lo mas profundo de mi núcleo interior de identidad, el mismo yo soy.
Somos libres porque cambiamos y cambiamos porque somos libres. Somos esclavos de la libertad del cambio.
En la enseñanza de Cristo, es esa libertad la que nos hace libres. Nos libera de las sombras de la caverna Platónica, de nuestros paradigmas, prejuicios, creencias, apegos, valoraciones, de lo que otros quieren que yo haga y de yo hacer lo que otros quieran.
Movernos de esa estrujante heteronomía, a la autonomía que nos da la libertad de elección, requiere de un esfuerzo consciente para transmutarnos a otro nivel de entendimiento, citando a San Pablo que dice: “Transformaos por la renovación de vuestro entendimiento”…Rom. 12:2, y “Renovaos en el espíritu de vuestra mente”…
Efe 4:23
Es decir, el verdadero cambio, es ese movimiento interior que nos transforma y que sucede cuando aprendemos a fluir en el misterio de la vida, a decodificar el enigma de este código existencial en el que nos desplazamos, porque hemos desarrollado la capacidad de auto observación y con ello la de introspección, la de leer nuestras realidades interiores y desde ahí evolucionarnos a nosotros mismos y desde nosotros mismos, influir en eso que llamamos el mito de la realidad inefable. Esta es la Fé que mueve a la montaña, que no encuentra obstáculo, que cree en lo diáfano, en lo puro.
Es la Fé que permite que me acepte a mi mismo como ese ser creado con potencialidades ilimitadas.
Por ello, parafraseando la longevidad del I Ching, no hay motivo para arrepentirse de la transformación, porque Platón viene a recordarnos que somos cambio para siempre, hasta que el siempre nos alcance y deje al cambio atrás para reposar en lo eterno, en lo perfecto ...
Esta es la búsqueda, el encuentro, la paradoja…EL CAMBIO.
Artículo de Ricardo Ricárdez
Mexicano de excepción, como pocos o como muchos
ese no es el detalle,
el detalle es que cuento con él y
deja de ser detalle para pasar a
agregarle valor a mi ser, hacer y dar con su particular estilo.
Un hombre que como chile, tequila y limón
representa de manera excelsa lo que su país representa en el concierto mundial de naciones
donde ejerce de manera magistral su batuta
avalado por la acumulación de experiencias exprimidas cual jugoso
zumo de limón.
Hombres muchos,
hombre de gran profundidad: Ricardo Ricárdez
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario